A raíz del aumento de la esperanza de vida, el uso de los servicios de una residencia de ancianos ha aumentado las últimas décadas. Y con ello, también los mitos sobre residencias de mayores.
Es común pues encontrarse con mitos y rumores sobre las residencias y sus servicios. Por ello, la necesidad de escribir este artículo y esclarecer dudas. En definitiva, romper mitos.
«En las residencias solo hay abuelos abandonados por sus familias»
Ponerse en la piel de una familia que no puede dar el mejor cuidado a su anciano es muy difícil. Y a veces, para poder darse una explicación, las personas que no están viviendo ésta situación dan explicaciones des de posibles valores o expectativas aún no vividas.
Las familias que recurren a los servicios de una residencia lo hacen por no poder dar la mejora atención a su familiar. Eso conlleva un gran sentimiento de culpa que, en poco tiempo, desaparece al ver cómo su familiar es tratado y cuidado.
En una residencia como Allegra, la persona mayor está atendida las 24 horas del día, preservando sus gustos y aficiones, dando al mismo tiempo confianza y seguridad a la familia.
«El maltrato es común en las residencias»
Nunca más lejos de la realidad. Si miramos las estadísticas sobre el maltrato a las personas mayores, observamos cómo la mayoría de los maltratos se suelen dar en el ambiente familiar y en domicilios donde el anciano esta aislado.
Las relaciones sociales son básicas en una residencia
Los puntos más fuertes de la prevención del maltrato en las residencias tiene diversos puntos de apoyo, como son:
- Los códigos deontológicos de los diferentes profesionales que trabajan en las residencias, como médicos, fisioterapeutas etc, donde uno de sus deberes es velar por la integridad y bienestar de los residentes.
- Las inspecciones de las diferentes administraciones que periódicamente revisan el funcionamiento de las residencias y el cuidado a sus usuarios.
- El propio modelo de atención de la residencia, donde no cabe la posibilidad de realizar ningún maltrato que quede indemne.
«Una vez entras en una residencia te aíslan del exterior»
Este mito es muy común y sale del desconocimiento del funcionamiento de una residencia.
Uno de los pilares de la atención a las personas mayores es mantener a la persona orientada en tiempo y espacio. Para ello se requiere de diferentes actividades que como objetivo común mantener a la persona conectada con el mundo.
Realizar las fiestas que tocan, como Navidad o carnavales, realizar excursiones por el entorno más cercano o leer el periódico en voz alta son algunos ejemplos del trabajo realizado para mantener la conexión con el exterior.
Otra manera es permitir, como no podría ser de ninguna otra manera, la visita de familiares y amigos, como también salidas de los ancianos con familiares de fin de semana, vacaciones, etc.
Y por supuesto, si la persona mayor lo desea, puede pedir el alta y volver a su domicilio sin ningún tipo de impedimento.
«Los ancianos pierden mucho al ingresar»
A menudo, o mejor dicho, en el pensamiento popular existe la creencia que las personas ingresan en las residencias a morir, ya no pueden recuperarse.
Tenemos que entender que la etapa de la vejez es muy heterogénea. Con ello queremos decir que es muy diversa, y que personas con la misma edad pueden vivir una vejez completamente diferente.
Esto se ve en las residencias. Personas con momentos vitales y estados físicos diferentes que hace que gocen de manera diversa de estar en una residencia.
Todos tiene una cosa en común: que envejecen. Con lo que la pérdida de facultades existe. Ahora bien, en la residencia ésta pérdida es más llevadera o quizás mucho más lenta.
Gracias al trabajo de los equipos de profesionales, se produce una estimulación y un trato que favorece a que la persona mayor se encuentre mejor.
«Los viejos están atados en las residencias»
Grandes mitos corren alrededor de las contenciones en las residencias. Todavía queda en el imaginario popular las imágenes de personas atadas con sábanas en los asilos.
Eso hace años que es historia.
Una sujeción o una contención se usa para proteger a la persona de posibles caídas o lesiones a raíz de su agitación. Para poder poner una contención se necesita prescripción médica y autorización de la familia.
Aparte, la contención se debe revisar cada dos horas y se utiliza en momentos puntuales.
El personal sanitario está muy concienciado y formado para el uso de una contención: en caso de utilizarla, es el último recurso y un mal menor para la persona, que la protege de posibles lesiones y que, además, esta en continua revisión.
«En las residencias solo hay tristeza»
La alegría está presente en una residencia
En las residencias de ancianos hay tristeza,y también alegría. Sueños y decepciones. Sorpresas y pérdidas. Como en la vida.
Las residencias rebosan vida porque están llenas de personas. La persona siempre tiene emociones, y las vive todas. Por tanto, vive la tristeza, y también la alegría, la ira, el miedo, la euforia, el deseo, etc.
Precisamente se trata de eso, de hacer notar la vida a la persona mayor en toda su extensión, sin esconder ni camuflar nada.
Y el estar acompañados, en permanente relación social, y con espacios de intimidad, permite a la persona mayor vivir y sentir al máximo todas las emociones posibles. Sin quedarse enganchada a ninguna emoción y notando todas en su intensidad necesaria.
Rompamos los mitos sobre residencias de mayores. Son lugares donde envejecer vale la pena.